¿Y qué hago aquí abuelo, a la vera de tu higuero?
Viniste de la guerra y apreciabas el sol y los senderos.
Viste como yo observaría al diablo deambulando en los caminos del tiempo.
Me viste ingenua y en tierras salvajes como aquellas mujeres con genio que persiguen sus sueños.
Jugábamos a la brisca en la cercanía del fuego.
Me enseñaste las estrategias para superar los fríos duelos.
Viste en mí reflejado el gran miedo y un gran espíritu fresco.
Gracias a ti, hoy lo recupero, en la brisa que se ladea a la vera de tu higuero.

 

Leticia Herrero

 

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