«Confórmate»

Autora: Elsa Baez

…Confórmate con que por lo menos se pueda cambiar y en ese aspecto ser autosuficiente, me decían para calmar un poco mi angustia y mi ímpetu por pretender como mínimo, que pueda desenvolverse en esta sociedad.

Desde que fue lanzado desde el horizonte a mi vientre, todo fue una carrera constante de internamientos, traumas, etc y luchar hasta traerlo a mis brazos. Recuerdo como ahora el dia de su llegada, fue un martes y el clima se percibía extraño y no era para menos, ya que era otoño; todo una extensa labor de parto, para al final tener que obligarlo a salir por otro agujero.

He tenido grandiosos y fenomenales días, pero ninguno se compara con el nacimiento de mis hijos, apenas me lo presentaron y lo pusieron en mi regazo por breves instantes, porque debían hacerle todas las pruebas de lugar y yo lloraba porque no quería que lo alejaran, me llevaron a recuperación, que considero que es lo peor que han hecho, pues las parturientas nos estresamos más, al estar apartados de nuestros seres queridos.

Llegó el momento de llevarme mi muñequito a la casa, inundada de temores pues al ser prematuro, no sabía que debía hacer, no tomo el pecho porque no sabía succionar y nadie pudo orientarme de que podía ordeñarme…

Logró salir adelante como un campeón, hermoso y tranquilo, pero tan tranquilo que ni lloraba por comida, fue una de mis primeras preocupaciones, según todo iba bien pero bajo paso, tal y como había nacido…transcurrió el tiempo de sentarse y nada, corriendo para que lo observaran y otra vez a la casa a esperar, llegó el tiempo del gateo y el príncipe que ya me pesaba en los brazos, con una belleza que admiraba a todos, continuaba en su posición cómoda: acostado y, recibía la misma respuesta: ¨No todos los niños son iguales, ten paciencia y la verdad es que ya se me había extinguido.

Doctores, pruebas, exámenes, referimientos y en ese juego se fue pasando el tiempo y mis temores seguían creciendo, aprendió a gatear y a caminar casi al mismo tiempo con terapias, mas sin embargo crecía un nuevo pánico: ¿Cuándo va a hablar?

Y otra vez la carrera hacia los galenos con el corazón en una mano y el niño en otra, jugaban al ping pong con nosotros, hasta que pasado el año recibimos el diagnostico ¡AUTISMO!

Ya comprenderán lo que es recibir un diagnóstico de tu príncipe el cual soñabas cuidando su descendencia, los cuales irían a tus brazos y te gritaban: abuela.

Pero la cuestión es: aceptar el ticket y subirte en la montaña rusa, sin saber si algún día tendrá parada.Pero las cosas no se quedan ahí: llega la edad de ingresarlo a la colegiatura en un sistema donde no hay cultura de respeto y el bullyng es uno de los juegos favoritos.

¿Dónde podría estudiar? ¿Qué colegio que se adapte a nuestras posibilidades podría aceptar a estos angelitos especiales? ¿Convendría dejarlos solo en las terapias? ¿ Por que no lo quieren aceptar ya donde está adaptado? ¿y si…?

Y si estamos limitando sus capacidades? Si a pesar de que lo vemos aislados en su campo de fuerzas, adquieren los conocimientos y nos sorprenden? y tantas y tantas preguntas que nos hacemos constantemente, que a veces nos encerramos y lloramos al sentirnos tan impotentes, que cada día nos levantamos con la esperanza de que nos puedan decir: mamá y poder señalar aquello por lo que tanto patalean.

Y a medida que van creciendo, con ellos van también los momentos difíciles, las etapas que nunca nos contaron que serían de esa manera, como cuando quieren independizarse o cuando se enamoran y no saben cómo expresar ese lindo sentimiento y tantas cosas que le ocurren, al igual que a todos, pero asimilado distinto, y es por eso, que cambiarse solos, me parece esperar muy poco de ellos.

Por eso, espero fervientemente que se sigan solidarizándose con las personas especiales, que puedan estudiar, trabajar, que se formen más colegios con capacidades para que puedan tener dentro de sus aulas a estos niños, ya que cada día las cifras van en aumento, que las madres, aparte del apoyo que recibimos de nuestras familias, también lo percibamos de los mandatarios, y felicitar a quienes ya han aportado sus peñones, como son la vicepresidente de la Republica, Margarita Cedeño de Fernández y, la Primera Dama: Cándida Montilla, mujeres valiosas, a las que por lo menos de mi parte, les hago mi humilde reverencia y me quito el sombrero,al igual que las fundaciones que si están contribuyendo con el bienestar de estos infantes, sin esperar retribución monetaria…

Yo, particularmente, no me conformo y cada día seguiré luchando y esperando el día en que mi hijo me llame: MAMÁ .

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