MI PRINCIPE DE OJOS AZULES
Autora: Rosario Conejero Badenes
Tras un embarazo de alto riesgo precedido por un aborto temprano, nació Marcos, mi príncipe de ojos azules; los más hermosos del mundo. El autismo de Marcos puso nuestro mundo patas arriba, primero estuve buscando pistas para desmentir el diagnostico, luego curas y tratamientos. Ahora Marcos tiene un hermano, cuatro años y medio les separan. No hay día que no me sienta afortunada, mi hijo mayor es muy muy cariñoso, provoca a su hermanito para jugar a cosquillas, al pilla, pilla. También utiliza su encanto y belleza natural, dando besos y abrazos: para sobornar a los profesionales (mayoritariamente mujeres) y dejar de trabajar o salirse con la suya.
El vínculo que compartimos es tan fuerte como el instinto de agarrarse a la vida. La que se gestó en mí y la que me esfuerzo cada día en llenar de experiencias, de risas, de música porque pasarlo bien es fundamental. Que no hable o que tenga rabietas, no es importante: es un niño pequeño y con él y su hermano lo paso en grande, jugando a pompas en la terraza del edificio cuando llueve o corriendo en el pasillo para hacernos cosquillas.
Muchas veces me preguntan ¿qué grado de autismo tiene? Yo respondo ¿cuantos grados hay?, No lo sé. Creo que hay autismos varios, con muchísimos síntomas diferentes. Después de 9 años conviviendo con mi niño, cada día viene a mi cama y me despierta con un beso en la frente y cual blancanieves despierto, y le veo sonriéndome con los ojos azules más maravillosos del mundo. Nadie me ha querido más, nunca sentí besos y abrazos incodicionales cómo los de mi nene.