Fuente: Servimedia

Sergio es un chico que, a sus 25 años, es músico, toca el piano, le gusta la percusión, baila claqué y, además, practica yoga y natación. Es todo esto y más, porque también podemos decir de él que tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA) y que nunca ha visto a nadie sonreír, a pesar de que él lo haga sin parar, ya que es ciego desde su nacimiento.


Pero para Sergio su discapacidad no es sinónimo de limitación, porque le ha servido para enseñar a su entorno más cercano, a sus padres, a su hermano Manuel y al resto de su familia, algo tan valioso como otra forma de mirar, de sentir y de percibir hasta ese momento desconocida para ellos.
En palabras de su hermano, “la sonrisa verdadera es el sentido que cobra una vida como la de Sergio y el efecto que ésta ha provocado y provocará en otras vidas”, según destaca en los blogs de Obra Social Caja Madrid. Y a cambio de todo lo que él les ha enseñado, Sergio ha aprendido de su hermano que tiene un compañero de viaje incondicional, porque la vida de ambos está entrelazada con hilos invisibles e imposibles de romper.

Por otra parte, su padre le ha enseñado la que es hoy su principal afición: grabar cintas de audio en las que registran las cosas que hacen cada día, desde una comida hasta una visita al hospital. Así, Sergio almacena en cintas todos los recuerdos de su vida, para escucharlos cada día al llegar a casa.
Además de darle besos continuamente, la madre de Sergio le ayuda a estar tranquilo, a tener paciencia, a bailar claqué, a cantar en el coro y hasta le acompaña a clases de yoga. Como ella asegura: “Alguien dijo que Sergio sería como un regalo… pero pocos saben que es verdad”.
Estas personas forman el mundo de Sergio, un microcosmos donde vive y se siente feliz, del que ahora todos podemos formar parte. Su hermano ha creado un perfil de Facebook «Algo grande para Sergio» en el que narra las experiencias de su hermano.

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