Existen muy pocos estudios e investigaciones sobre sexualidad y autismo, pero uno de los estudios más conocidos que se hizo en 1992 (Haracopos y Pendersen) demostró que la mayoría de personas con autismo no les habían hablado en casa sobre temas de sexualidad y que, dadas las dificultades de comprender y percibir normas sociales y de relación, podían encontrarse con una serie de problemas añadidos en su aprendizaje y aplicación (marcar límites, diferenciar los niveles de intimidad, prevenir las infecciones de transmisión sexual, etc.).

En la escuela de familias del 25 de octubre, Leila López Nieto, sexóloga y trabajadora social con experiencia profesional y de voluntariado en el ámbito del autismo desde hace más de 10 años, nos explicó algunos de los aspectos clave de la sexualidad en el autismo.

En la sesión se abordaron temas como: la sexualidad a lo largo de todas las etapas evolutivas, la importancia de la anticipación de los cambios físicos y emocionales en la pubertad, la menstruación, la masturbación, conductas sexuales en contextos inadecuados, la intimidad, el consentimiento, los límites para tener relaciones sanas y la prevención de delitos de índole sexual, entre otras cuestiones.

 

¿Qué es la sexualidad?

La primera pregunta que se lanzó fue “¿Qué es para ti la sexualidad?” ya que es muy importante primero reflexionar acerca del concepto que tenemos de sexualidad y sus influencias.

La sexualidad es un aspecto central del ser humano que le acompaña a lo largo de su vida que abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales (Organización Mundial de la Salud).

También comentó que hay que tener en cuenta que la sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales. Es por ello, que es diferente la educación sexual que se aborda con naturalidad e información veraz, a la que se realiza desde el silencio y el miedo.

 

¿Qué tiene que saber una persona autista sobre sexualidad?

Esta es otra de las preguntas que lanzó Leila a las personas participantes. La respuesta por parte de la formadora fue contundente: Todo. Como explicó, la sexualidad de las personas autistas es igual que la sexualidad de una persona neurotípica, por lo tanto, hay que hablar sobre diversidad sexual y corporal, menstruación, sobre infecciones de transmisión sexual, métodos anticonceptivos, qué es una visita ginecológica, masturbación, obtención del placer, etc. No hay que evitar ningún tema. Debemos facilitar toda la información de una forma adaptada a cada persona en función de su edad, nivel cognitivo y su forma de aprender.

Algunos consejos que dio Leila a las familias fueron:

  • Debemos llamar a todo por su nombre (pene, vulva, pecho…) para que puedan poner nombre por ejemplo a molestias, dolores, etc. en distintos contextos como el médico o el colegio.
  • No existe la “no educación sexual” ya que el silencio también es una manera de educar. Debemos hablar de sexualidad con naturalidad en casa desde los primeros años.
  • Es importante conversar sobre el acceso al cuerpo y el consentimiento: ¿Quién puede ver mi cuerpo desnudo? ¿Quién puede tocarlo y bajo qué circunstancias? ¿Cuáles son mis partes íntimas? En este caso solo hay dos respuestas posibles: por higiene y por salud.
  • Es bueno practicar con ejercicios los niveles de intimidad (yo, mi familia, familia extensa y amistades, conocidos, desconocidos).
  • No es recomendable censurar las preguntas en contextos inadecuados, sino reconducirlas: “Es una pregunta muy interesante, ¿te parece que al llegar a casa hablemos de ello?”.

 

Por otro lado, Leila explicó la diferencia entre espacios públicos, espacios privados y espacios de intimidad, y lo conveniente que era saber diferenciarlos, proporcionando espacios de intimidad donde las personas puedan expresar su sexualidad y experimentar el autoplacer.

Por último, incidió en la importancia de educar en sexualidad para prevenir situaciones de riesgo. Comentó que el año pasado se había publicado un estudio en la Revista Frontiers in Behavioral Neuroscience donde afirmaban que la prevalencia de los abusos sexuales en mujeres autistas podía ser hasta tres veces mayor en comparación con las mujeres neurotípicas. Además, enumeró una serie de características que comparten los abusadores e indicó señales que deben hacer saltar las alarmas a las familias.

 

Conductas sexuales comunes de 0 a 5 años

Están descubriendo el mundo y su propio cuerpo. Tendrán interés y expresarán conocimiento relacionado con las diferencias entre los géneros, las partes privadas del cuerpo, la higiene y el uso del baño, el embarazo y el nacimiento de un bebé, mostrarán y observarán las partes privadas de su cuerpo y el de los demás por pura curiosidad.

Conductas sexuales comunes de 6 a 8 años:

Necesitarán conocimiento y les podrá surgir interés por el desarrollo físico, las relaciones, la conducta sexual, la menstruación y el embarazo.

Conductas sexuales comunes de 9 a 12 años:

Necesitarán conocer y pueden mostrar interés sobre las relaciones y la conducta sexual, el uso de palabras sexuales y los actos sexuales, experimentación con comportamientos sexuales y relaciones románticas, interés por los cambios hormonales y las influencias externas.

No obstante, la formadora nos aclaró que en el caso de las personas autistas, aunque se sientan atraídas por otras personas, la expresión de su sexualidad suele ser bastante ingenua e inmadura creándose un mayor distanciamiento con sus iguales a partir de la pubertad.

 

Un estudio publicado en la revista «Journal of Autism and Developmental Disorders» en 2019 destacó la importancia de una educación sexual adaptada para personas con autismo. El estudio encontró que cuando se proporciona información y apoyo específico sobre el consentimiento y los límites, las personas con autismo tienen una mayor probabilidad de comprender y comunicar sus deseos y límites en contextos íntimos.

Fuente: «Teaching Sexual Education to Individuals with Autism Spectrum Disorder: A Systematic Review.» Autores: M. Strock, M. Murch, M. K. Reisinger, y B. F. Hancock. Fecha de Publicación: Marzo de 2019.

 

¡Muchas gracias, Leila!

Más información, materiales y recursos sobre sexualidad y autismo en www.sextea.es.

 

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