Rotundamente NO. Esa es la idea de una madre de poco más de treinta años que trabaja cada día para que su hijo,  Jaime,  reciba estímulos que le ayuden. Se trata, por ejemplo, de viajar, ir al teatro, al cine, a comprar al centro comercial, de fin de semana a una casa rural, a conciertos del Cantajuego, a una boda… lo que sea.  Para esta madre este tipo de actividades requieren de trabajo, el mismo que para la comunicación o el desarrollo cognitivo, porque participar en este tipo de cosas  hace felices a todos, al niño y a la familia.

Pedimos integración a la sociedad, en los centros escolares, pero en casa también hay que trabajarla, tenemos que integrarlos en las dinámicas familiares” dice la madre de Jaime. Que no se sorprendió cuando el logopeda de su hijo le contó que muchas familias no se atreven a salir con sus hijos con TEA, porque tienen miedo.

No las juzgo” dice. “Se hace muy difícil idear planes, invertir tiempo, dinero y movilizar a toda la familia para que al final tu hijo con autismo no quiera participar, se empeñe en irse  o tenga una rabieta”, todo esto hace que al final el miedo acabe venciendo.

Pero no podemos olvidar que “a veces también hay algo de sobreprotección” en la rutinas y espacios conocidos. En los libros señalan que los niños con autismo tienen dificultades con los cambios de planes, horarios, personas o lugares, así que ¿para qué liarla?.

Pues esta madre propone luchar contra ello, utilizar estrategias (buscar las horas y días más tranquilos, anticipar lo que se va a hacer, calcular los tiempos de espera o ir equipados con juguetes o alimentos que permitan reforzarlos o entretenerlos, etc). “Tener autismo no debería suponer una vida limitada al centro educativo, las terapias y las cuatro paredes de casa”. 

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