En este articulo pretendemos dar una visión general de los sentimientos que nacen a raíz de un diagnostico de TEA. Muchos psicólogos hablan de esta situación como de duelo, entendido el duelo como una respuesta que mostramos no sólo ante situaciones de fallecimiento, si no en cualquier tipo de pérdida, ya sea material (personas u objetos) o ideológica (expectativas, creencias, etc.). Así mismo, llegar a aceptar la realidad lleva tiempo porque implica, no sólo una aceptación racional, sino también emocional.

Nosotros nos vamos a centrarnos en el duelo ante el diagnóstico de TEA.

En Autismo el proceso de duelo por el que pasan los familiares, desde el recibimiento de un diagnóstico hasta la aceptación de la nueva situación, es complejo por muchos motivos, los principales son:

  • El recibimiento de la noticia por parte de la familia es tardío y, por lo tanto, poco esperado en la mayoría de los casos.
  • Puede que las familias hayan pasado por numerosos diagnósticos previos a este definitivo y que hayan vivido una dura itinerancia profesional.
  • Aún se desconoce el origen exacto de este trastorno.
  •  Cada persona con Autismo es diferente.

Vamos a analizar a continuación cuáles son las características de dicho proceso con el doble objetivo de que, las personas que estéis pasando por él o que ya lo hayáis pasado, sepáis que vuestra situación y emociones son totalmente legítimas y que, el tener más información sobre lo que estáis viviendo o hayáis vivido, os ayude a encontraros mejor.

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¿Por qué es positivo pasar por el duelo ante el diagnóstico de un hijo con Autismo?

  • Redefinición de uno mismo y de nuestro hijo.
  • Búsqueda y encuentro del equilibrio.
  • Adquisición de nuevas habilidades.
  • Crecimiento.
  • Se trata de un mecanismo adaptativo, no debilitativo.
  • Ayuda a encontrar la felicidad.

¿Qué sentimos?
Sorpresa, inseguridad, impotencia, incomprensión de la situación, necesidad de información, pérdida de interés, desesperanza, culpa, odio, enfado, aflicción, sensación de ahogo, de vacío, de que nadie nos comprende, estrés, miedo, ansiedad, excitación, ganas de huir, incapacidad para escuchar, nerviosismo, falta de control, necesidad de “curar” a los hijos, de hacer todo lo posible para mejorar la situación, sentido de la responsabilidad, necesidad de encontrar un culpable, una razón, un por qué… Los sentimientos son variados y complejos, propios de cada individuo y muy cambiantes. Es interesante pues que los escuchemos y atendamos para poder trabajar sobre ellos.

Las fases por las que pasamos y las emociones que nos acompañan son:

1. Fase de Shock: incredulidad, negación, confusión, inquietud, sentimientos de irrealidad, regresión e impotencia, estado de alarma, respiración suspirante, debilidad muscular, culpa, desesperación, desesperanza, llanto, trastornos del sueño, pérdida de apetito, fenómeno egocéntrico…
2. Fase de Conciencia de la pérdida: ansiedad, conflictos, expectativas emocionales impulsivas, estrés prolongado, añoranza, llanto, cólera, culpa, frustración, vergüenza, trastornos del sueño, irritabilidad, comportamiento de búsqueda, incredulidad, negación, tristeza….
3. Fase de Desorganización: aislamiento, desesperación, apoyo social disminuido, desamparo, impotencia, debilidad, fatiga, necesidad de sueño, depresión psicológica y del sistema inmunológico, trabajo del duelo.
4. Fase de Reorganización: punto de retorno, incremento de la energía, restauración del patrón del duelo y del sistema inmune, se cierra el círculo, esperanza, aceptación, capacidad de disfrute, se decide sobrevivir y se recupera el nivel de funcionamiento.
5. Fase de Renovación: aceptación de responsabilidades (entendiendo que aceptar no es sinónimo de resignarse), revitalización, estabilidad funcional, tiempo para el procesamiento del duelo, posibles reacciones de aniversario.

Otras situaciones que podemos encontrar:
a) Aplazamiento del duelo: Algunas personas presentan reacciones retardadas, emociones inhibidas o una interrupción del proceso. Esto sucede sobre todo en casos en que es necesario hacer frente a crisis recurrentes, hecho que sucede en el mundo del Autismo.
Puede deberse también a una necesidad psicológica y/o física de protección, relacionada con el grado de estrés que la persona puede tolerar, el grado de apego o de agotamiento. Este aplazamiento del duelo puede desencadenar en reacciones distorsionadas.

b) Duelo no resuelto: Se caracteriza por síntomas y reacciones de aflicción típicas de las fases tempranas y que continúan sin cambio cuando el duelo falla para resolverse. Como resultado, la persona permanece en un profundo y doloroso duelo como estilo de vida.
Algunas reacciones son mantenerse dependiente de la persona o idea “desaparecida”, mantener a los otros “a su servicio” y no tomar el control de su propia vida. También puede aparecer hiperactividad, somatizaciones, alteraciones en la relación familiar, aislamiento, agresividad, afectividad rígida, depresión, comportamiento de búsqueda persistente, negación…

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¿Cómo lograr de nuevo el equilibrio?

  • Buscar ayuda si se necesita para lograr la aceptación (lo opuesto es la negación).
  • Comunicación del dolor y expresión de las emociones para confirmar nuestra personalidad, aprender a confiar en nosotros mismos, hablar con la familia para encontrar apoyo y soporte mutuo, también aprender a escuchar y a dejarse aconsejar y cuidar.
  • Cuidar la salud (alimentación, higiene, practicar ejercicio, etc.) acudiendo al médico si es necesario.
  • Buscar información fiable sobre el Autismo y pedir pautas de actuación a los profesionales. Esta información nos facilitará una compresión mayor de las necesidades de nuestros hijos, nos dará herramientas de afrontamiento y capacidad de actuación.
  • Establecer cuáles son cada uno de los elementos que le dan sentido a nuestra vida y encontrar de nuevo una base de estabilidad y continuidad. Para ello es importante encontrar un ambiente terapéutico que ofrezca seguridad y confianza.
  • Buscar situaciones positivas de la vida, realizar actividades que nos permitan disfrutar y mantener una visión amable y optimista, tratar de no fijarnos únicamente en los aspectos negativos y disfrutar de los pequeños detalles. Veréis como poco a poco esta felicidad se va expandiendo a todas las dimensiones de nuestro día a día.

Laura Hijosa Torices

Psicóloga de la Federación Autismo Madrid

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