Al principio, el lobo se acercó al humano y  vio que esto le beneficiaba (aumentando sus posibilidades de supervivencia), aquellos lobos menos temerosos y más mansos permanecieron alrededor de los asentamientos humanos, dando lugar progresivamente  y al cabo de muchas adaptaciones evolutivas, a los perros primitivos. Perros y humanos llevamos juntos miles de años, tanto es así que evolucionamos conjuntamente para entendernos, comprendernos y comunicarnos mejor, obteniendo así el máximo beneficio mutuo.

Poco a poco, a lo largo de miles de años asociados, fueron apareciendo y creándose distintas tipologías de perro adecuadas para cubrir las necesidades humanas…y viceversa, y así hasta llegar a la multitud de razas actuales. Una de las características esta convivencia entre perros y humanos es que nuestra comunicación es fundamentalmente no verbal, sabemos leernos mutuamente, y esto hace que la interacción entre ambos sea sencilla, natural, directa y transparente. Esta comunicación nace de una necesidad mutua, evoluciona y se perfecciona hasta el punto de que cuando humanos y perros interactúan mirándose, jugando o a través de las caricias, se elevan los niveles de oxitocina en ambos, y esta hormona es responsable de sentimientos de bienestar (Nagasawa et al. 2015).

Por todo esto no debemos extrañarnos de la relación singular que se desarrolla entre algunos humanos, y algunos perros… ni del vínculo especial entre personas con algún tipo de discapacidad y sus perros, perros adoptados, perros de terapia o perros de asistencia.

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que interfiere en  la comunicación y participación en la vida social, en el que la persona puede presentar comportamientos restringidos y repetitivos.  Además, el 50% de los adultos con TEA presentan también problemas de ansiedad y del estado de ánimo, pueden tener alteraciones del sueño, baja autoestima y auto-imagen.

Debido a esta predisposición natural que perros y personas tienen para asociarse, comunicarse, y por tanto interactuar, las terapias asistidas con animales pueden, en muchos casos, favorecer la interacción social de niños y niñas con TEA.  A través de indicaciones simples tales como tirar una pelota y que el perro la recoja, caminar juntos, sujetar la correa, dar órdenes sencillas a las que el perro responde adecuadamente se potencia la capacidad de la personas para iniciar contacto social e interacciones que difícilmente podría alcanzar por con sus pares u otros humanos (Solomon, 2010).

Otros estudios han demostrado que interactuar con animales ayuda a regular las emociones, por ejemplo, se vio que tocar y cepillar a un perro calmaba a niños y niñas con TEA sobreexcitados y que la presencia del perro en clase servía para prevenir conductas explosivas en niños y niñas con problemas de conducta (Anderson y Olsen, 2006; Redefer y  Goodman, 1989).

A pesar de que a día de hoy queda mucho por estudiar, demostrar y contrastar en el campo de las Terapias Asistidas con Animales, la experiencia subjetiva de las familias y educadores que han trabajan con perros de terapia, es muy positiva.

En la Federación apostamos por este tipo de terapias e intervenciones, así en  2018 se llevaron a cabo varias actividades asistidas con animales en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos observando efectos muy positivos sobre los objetivos de la intervención. Niños y niñas de un aula TEA aumentaron el intercambio comunicativo, redujeron los patrones conductuales de ansiedad y mejoraron las funciones ejecutivas. También se observaron beneficios en adultos con TEA, quienes redujeron el número de apoyos, el número de errores y el tiempo necesario para realizar actividades psicomotrices.

Perros y humanos, en colaboración, consiguen grandes logros, son compañeros, son un gran apoyo en terapia, nos ayudan en múltiples tareas, nos protegen, nos quieren… gracias perro. 

¡¡Feliz día del perro!!

Nerea Amezcua Valmala. Responsable de Proyectos de Federación Autismo madrid

Fuentes: 

  • Anderson, K. L., & Olson, M. R. (2006). The value of a dog in the classroom of children with severe emotional disorders. Anthrozoös, 19(1), 35–49.
  • Redefer, L. A., & Goodman, J. F. (1989). Brief report: Pet-facilitated therapy with autistic children. Journal of Autism and Developmental Disorders, 19, 461-467.
  • Solomon, O. (2010). What a dog can do: Children with autism and therapy dogs in social interaction. Ethos, 38(1), 143-166.
  • Wijker, C., Leontjevas, R., Spek, A., & Enders-Slegers, M. J. (2019). Effects of Dog Assisted Therapy for Adults with Autism Spectrum Disorder: An Exploratory Randomized Controlled Trial. Journal of autism and developmental disorders, 1-11.
  • https://science.sciencemag.org/content/348/6232/333/tab-pdf

                          

 

Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido