Fuente: El Mundo

El 16 de diciembre se estrenó en cines de toda España «El Faro de las Orcas»,  una coproducción Hispano-Argentina basada en el libro Agustín corazónabierto, escrito por Roberto Bubas.

«El Faro de las Orcas», trata del periplo de Lola, la madre de Tristán, un niño con TEA por el que viajaría hasta el fin del mundo. Juntos emprenden una travesía hasta la Patagonia Argentina para encontrarse allí con Beto, un guardafauna que tiene una relación muy especial con las orcas salvajes.  Con él, el pequeño Tristán descubrirá nuevas posibilidades en su reencuentro con el espíritu de la Naturaleza…

En realidad, la historia en la que se basa el filme y la novela tiene por protagonista a un niño con otro nombre,  Agustín, cuya madre recuerda cómo a medida que pasaban los años el interés hacia las orcas, se hacía más y más obsesivo. Agustín vio por la televisión un documental sobre la historia de Beto Bubas, un guardafauna de la Patagonia argentina que nadaba, jugaba y se comunicaba con las orcas de Península Valdés. Las imágenes de aquel hombre tocando las orcas y metiéndose al agua con ellas tuvo un efecto casi mágico en un niño con autismo de nueve años que apenas reaccionaba ante nada y que se abalanzó sobre la tele al verlas gritando: «¡Yo, yo!».

 Agustín cambió su actitud durante aquel tiempo en contacto con los animales.

La madre de aquel chico recorrió medio mundo para que su hijo conociera a aquel hombre y pudiera ver las orcas en libertad. El lazo que se creó entre Beto y aquel niño le sirvió al guardafauna para escribir una pequeña obra, un relato vital y lleno de luz llamado Agustín corazónabierto.

 «Es increíble como pudimos llegar a comunicarnos sin tener ni idea el uno del lenguaje del otro», declaró Beto durante el rodaje del filme. Y la madre tampoco oculta que Agustín cambió su actitud durante aquel tiempo en contacto con los animales.
Sin embargo, todo indica que el caso de Agustín es una rareza, un caso anecdótico dentro de los pacientes reales con autismo. La organización británica Research Autism especializada en este trastorno considera la terapia con delfines -nadar con ellos, tocarlos o cuidar de ellos (no hay ningún estudio específico realizado con orcas) como «no recomendable» por la falta de evidencias concretas de su utilidad para tratar a estos niños.

«Es cierto que existen experiencias terapéuticas con caballos o con perros, pero la evidencia actual no nos permite concluir que éstas se puedan considerar como terapias efectivas para los síntomas nucleares del autismo», cuenta Leticia Boada, psicóloga del Programa para la Atención Médica Integral de los pacientes con Trastorno del Espectro Autista del Hospital Gregorio Marañón.

Los propios expertos admiten que queda mucho por conocer sobre las terapias con animales para niños con trastorno del espectro autista. «En algunos casos concretos puede haber beneficios de forma anecdótica, pero no conocemos qué elementos concretos de la terapia son los que funcionan ni qué subgrupo o perfil concreto de TEA puede beneficiarse por lo que, hoy por hoy, no puede recomendarse como una terapia específica para el autismo», admite Boada.

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