Pápa

El níño, los tres cerdítos y el lóbo cobárde

Autor: Emilio Vilaró

Híjo, ¿cuántas véces te he pedído que me llámes papá y no pápa?

Sé que no lo háces a propósito, péro el que me llámes álgo que comémos, que nos gústa tánto y que tú sábes bién cómo se lláma y que además te he enseñádo várias véces la fóto con su pronunciación corrécta, pués no me gústa

—No lo sé, me es más fácil así, y es más divertído.

—Péro si no es lo corrécto no sírve. Te he escríto tódas las palábras que úsas más frecuéntemente poniéndo úna tílde sóbre la vocál que lléva el acénto, te he puésto la fóto de los objétos más comúnes y su pronunciación tildáda, y cuando los lées delánte de mí, háces la acentuación corrécta.

Me he acostumbrádo a escribír los cuéntos tildádos pára que los puédas leér fácilmente, y los lées perféctamente. ¿Por qué me háces ésto?, éres úna persóna inteligénte.

—Es que me gústa que me hágas leérte los cuéntos y así estás a mí ládo.

—Sí, ya, la história de siémpre, péro hay días en que ni me háblas.

—Siémpre te háblo cuando me díces que tiénes un cuénto nuévo, ¿no tendrás un cuénto nuévo hoy verdád?

—Téngo úno, péro como no es muy fácil de leér, no te lo voy a enseñár, hásta que te esfuérces un póco más.

—Péro si yo siémpre los léo muy bién.

—Sí, péro éste que acábo de escribír, además de leérlo, tiénes que cantár un póco la létra, y no créo que puédas… es muy difícil. Explíco en el cuénto únas cuántas cósas que quiéro que apréndas, péro puéde que séa muy complicádo, lo dejarémos pára ótro día.

—PAPÁ, déjame leérlo y verás que si me ayúdas lo podré cantár, me gústa múcho leér cuéntos, y désde que tíldas tódas las palábras, me es muy fácil el leérlos bién, en cláse tódo lo escríbo tildádo, lo escríbo bién, y la profesóra no protésta .

—Bién, péro quiéro que te esfuérces, que lo léas con caríño, con tódas las páusas de las cómas y los púntos. Si hay úna pregúnta quiéro que la hágas como te he enseñádo, que se véa que es úna pregúnta, que trátes de imitár a los personájes que hay en el cuénto, como si fuéras tú mísmo. Si tú le pónes interés en leérlos yo también se lo pondré al escribírlos.

Éste cuénto lo he escríto basándome en ése tan famóso y que te gustó tánto, y con ésa música tan boníta, habér si lo recuérdas y me díces las diferéncias.

El lóbo cóbarde

Un día mamá tiéne que abandonár la cása en búsca de comída y les díce a sus tres pequéños cerdítos.

—Téngo que írme a buscár comída, no contestéis a ningún desconocído miéntras esté ausénte.

—No mamá, no contestarémos a nádie que no conozcámos.

—Muy bién híjos, que por éste múndo hay múchos lóbos málos que os quiéren comér.

Y miéntras los cerdítos esperában a su mádre, se pusiéron a bailár a cantár y a jugár con el ordenadór.

Pása un ráto y recíben úna llamáda de un desconocído.

—No contéstes, no contéstes, díjo úno de los cerdítos, no sabémos quién es…  Aquí díce que es un Privádo

Y el privádo insistió e insistió e insistió, hásta que se cansó.

Los cerdítos muy conténtos, se pusiéron a bailár, a cantár y a jugár con el ordenadór.

—   ¿Quién le téme al Privádo Cobárde?, Privádo Cobárde, Privádo Cobárde.

—   ¿Quién le téme al Privádo Cobárde?, Privádo Cobárde, Privádo Cobárde.

Más tárde recibiéron un Mensáje.

—Soy vuéstra mádre, contestádme, contestádme.

—No es ciérto, no le contéstes, no tiéne un número válido, es un desconocído, es un Privádo Cobárde.

Y el mensáje se repitió múchas véces, hásta que se cansó.

Los cerdítos muy conténtos se pusiéron a cantár y bailár.

—   ¿Quién le téme al Privádo Cobárde?, Privádo Cobárde, Privádo Cobárde

El Lóbo Cobárde, viéndose descubiérto y con múcha rábia, les envío mensáje tras mensáje.

—«Os enviaré llamádas y mensájes y más llamádas y más mensájes hásta que me contestéis»

Y cuando su mádre debía estár de vuélta, recibiéron un corréo electrónico.

—Soy vuéstra mádre, estóy comprándo comída y he olvidádo la contraséña de la tarjéta, dádmela que si no, no podré traér comída.

Cuando vuélva y pára que sepáis que soy yo, traeré úna gran cája de gallétas, salíd rápidamente a ayudárme que será muy gránde y muy pesáda, péro ójo, que no háya algún lóbo por ahí.

Los cerdítos con la ilusión por las gallétas, le diéron la contraséña y cuando viéron úna gran cája que se acercába a su cása, saliéron rápidamente a ayudárla.

Y colorín, colorádo, éste cuénto pára el lóbo, bién ha terminádo.

* * *

F I N

 

 

Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido