TELA DE PASIÓN

Autora: ARIADNA AURELL AGUADO

 

“¡Vaya currículum tienes!” Exclama el hombre que lleva chaqueta-roja-con manga-larga-botones-y-bolsillos-y-pantalones-negros-y-largos. No me gusta mucho esa combinación, pero mi madre me ha dicho que no le diga nada aunque no me agrade su ropa, porque me va a dar trabajo y eso es algo muy bueno. Ya tengo veintitrés años y tengo que ganar dinero para comer, comprarme ropa y ser IN-DE-PEN-DIEN-TE. No sé bien qué significa todo eso, aunque la cara seria de mi madre me basta para saber que es importante.

Marna, niña de belleza exótica, con solo cuatro años elegía su ropa con ansiedad para cada ocasión.

–Pijama azul, tiene luna.

–Está para lavar, hija.

–Pijama azul, tiene luna. Rojo no.

–Hija, está sucio, el rojo es bonito…

Entonces Marna se sentía desolada y se iba a la lavadora donde sabía que estaba el pijama azul, la cerraba y buscaba el botón para enchufar ese dichoso electrodoméstico que tardaba tanto en sacar la ropa limpia para que su madre le dejara usarla. Su madre se las veía y se las deseaba para que a las once de la noche Marna consintiera ponerse otro pijama que no fuera el que ella adoraba.

En el colegio el rincón de los disfraces era su favorito, aunque prefería jugar con esos pañuelos larguísimos que llevaba la profesora Blanca.

–Marna, no me quites el pañuelo, que me ahogas, pídemelo.

–Blanca, quiero el pañuelo, por favor.

Y así, con esa frase que tanto le había costado aprender, conseguía su objetivo. ¡El pañuelo! ¡Qué gran prenda de ropa! Lo mismo podía hacerse un vestido que una capucha o una falda, incluso se podía tapar la “gargantita” para no constiparse… Podía pasarse horas ante el espejo de clase sin escuchar esos ruidos molestos que emitían el resto de niños.

Con diez años, ya toda una mujercita de intensa mirada de azabache y brillante sonrisa, Marna empezó a dibujar sus propias creaciones de moda. Comenzó a jugar con sus compañeras de clase casi por vez primera.

–Lidia, cambia tu camisa con Elena.

–¿Así, Marna?

–Así.

–Bela, dame tu gorro. Toma el pañuelo de Marta.

–¡Me encanta, Marna! De mayor vas a ser diseñadora de ropa, te harás famosa y tendrás que regalarnos vestidos, ¿vale?

–Vale.

Las amigas de Marna disfrutaban con ella, la conocían, sabían que a veces se ponía triste sin motivo aparente, también que a veces se enfadaba y gritaba, corría, saltaba… Pero cuando se sentía feliz era la amiga más divertida, cariñosa y buena del mundo. La ropa era su pasión. Memorizaba lo que llevaba puesto cada niño, cada niña y cada docente; sabía cómo mejorar el aspecto de cualquier persona con solo intercambiar alguna pieza o complemento, o subir y bajar alguna manga.

Con catorce años, adolescente inteligente con memoria de elefante, ganó un concurso de diseño de moda promocionado por una asociación para ayudar a gente con Trastorno del Espectro Autista. Sus diseños deslumbraron a las personas del jurado, a los que les costaba creer que dentro del desorden que había en esa cabecita cubierta por un pelo asombrosamente moreno y liso pudiera existir tanta armonía a la hora de vestir.

Gracias a ese talento, Marna puede dedicar su tiempo a hacer lo que más le gusta; de esta manera todo en su vida está mucho más ordenado, estructurado y tranquilo. A veces sigue enfadándose cuando hay mucho ruido a su alrededor, la lluvia le mancha la ropa o un bolígrafo maldito le mancha las manos. No obstante ahora ya es mayor y tiene sus recursos para relajarse, esos que tantos profesores y profesoras, educadores y educadoras le han enseñado con mucha dificultad durante tantos años.

–Tranquila, Marna, tranquila… –se dijo un día de calor al ver las gotas del polo rojo-amarillo-verde cayendo sobre su pantalón–. Me cambio. En el armario. Pantalón blanco. Tranquila.

Su madre, quien con cuatro y cinco años acababa descompuesta porque no sabía la manera de acabar con el disgusto de su hija tras ensuciarse, sonrió al ver la paz que desprendía en ese momento su niña. Se estaba haciendo independiente. INDEPENDIENTE, esa palabra que tanto asusta a los padres, amigos y familiares de las personas como Marna.

“Así que has ganado tres concursos de diseño de moda, has presentado cuatro vestidos cosidos por tu madre y tu tía en una pasarela benéfica, ¡has participado en un diseño de un vestido de novia de la diseñadora francesa más famosa en la actualidad!… Realmente impresionante. Tus dibujos son impactantes. El trabajo es tuyo. Gracias a tu don, porque eres un ángel con un don especial, nuestra empresa va a dar un giro espectacular.” Todo eso dice el hombre que lleva chaqueta-roja-con manga-larga-botones-y-bolsillos-y-pantalones-negros-y-largos. No comprendo sus palabras, pero miro de reojo a mi madre; su sonrisa significa algo bueno, su mano apretando la mía que me quiere mucho y sus ojos mojados esta vez sé que no son de tristeza.

 

 

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