Verano Atípico

Autora: María Álvarez Menéndez

Cuando mi marido y yo decidimos divorciarnos nuestra principal preocupación era la repercusión que podía tener tango en Julia como en Celia.

Hace ya más de cuatro años: por aquel entonces, mi hija mayor tenía 12 años y la pequeña 9. Parecía que en un primer momento no les había ocasionado ningún problema psicológico, pero yo creo que sí les ha afectado…de muy diferente forma, obviamente, pero lo han sufrido. Creo que ha sufrido más Celia, que no tiene autismo, que su hermana Julia, diagnosticada con Trastorno de Esopectro Autista no oral.

Tal vez nos haya «ayudado» el hecho de que, cuando tomamos la decisión, yo aún trabajaba en el periódico en el que llevaba veinte años y, ni remotamente, suponía que me iban a despedir. Por otra parte, Javier que siempre «ha sacado pecho» en relación a sus ingresos, ahora mismo, ha replegado alas y afirma que no puede con el convenio regulador.

Mi principal preocupación es que esta situación no altere el día a día de nuestras hijas.

Por ejemplo, como Javier ha alquilado un piso mínimo en el que no caben las niñas ( aunque debería haber encontrado un casa en la que pudisen dormir los tres), cada vez que le toca estar con Julia y Celia, soy yo la que se marcha de mi casa…y digo bien «mi casa», pues la adquirimos como 21 millones de pesetas (126.213 euros ) de una herencia que,en vida, me cedió mi padre.

Otra de las razones que esgrimimos para esta «anómala» situación es porque no queremos sacar a ninguna de las dos niñas de su entorno: Celia es feliz en Pola de Siero, donde tiene todos sus amigos y el instsituto a cien metros de casa: Julia es feliz en su entorno, aunque, llegado el caso, es mucho más flexible que su hermana.Prefiero que Julia se comporte con total normalidad y si rompe una silla, una lámpara, un cuadro, nadie pueda reprochárselo.

Julia en su casa tiene su mundo: su cama, su gran pelota, sus dvd´s de música y películas…un pasillo enorme para salir y muy, muy cerquita, una senda en la que andar.

Me siento egoista porque sé que lo que más le gusta en el mundo es el agua, ya sea de piscina o de mar y debo asumir que yo sola no me atrevo. La piscina de Pola de Siero, no deja de ser una piscina de pueblo en la que todos se conocen y, lo que debería ser una ventaja, se convierte en un gran inconveniente. Desde que entramos en el recinto…¡¡¡todas las miradas se dirigen a nosotras, con cuchicheos de fondo!!!…Sé que a Julia no le importan, está muy por encima de todos ellos, pero yo no puedo…me hacen mucho daño.

En cuando a la playa…Julia querría meterse en el agua y nadar mar adentro con el consiguiente seguimiento  continuo de los salvavidas, pero la escasa grasa de mi cuerpo me impide estar más de cinco minutos en el agua.

Ahora que lo pienso, que las vaciones estén divididas entre su padre y yo es muy positivo porque conocen dos personalidades y dos formas de actuar talmente opuestas.

 

Julia se que está bien conmigo porque constantemente me come a besos…a Celia le cuesta aún más.

 

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