Como todo lo que ocurre en el particular mundo de Julia,

Autora: María Álvarez Menendez

Tras dieciséis años, me he dado cuenta de algo muy importante: ya no necesito, al menos con la misma intensidad de antes, hablar de los problemas que acarrea su autismo, ya no necesito llevar a cabo una catarsis casi diaria.

Por fin he aceptado a mi hija cómo es, con todos sus problemas pero también con todas sus maravillosas ventajas. Es más, puedo asegurar que ha aceptado a mis dos hijas, pues Celia, un año menor que Julia, está pasando una adolescencia digna de manual: rechazo materno, imposición se sus propias reglas, inconformismo, rebeldía, ausencia de cualquier tipo de afecto hacia mí, por su puesto; sus amigas son su mundo…teniendo en cuenta que su padre y yo estamos divorciados, no es necesario añadir que la mayoría de los problemas me “los como” yo solita.

Hay un hecho del que por supuesto no son culpables y es la nefasta infraestructura económica. Tras veinte años trabajando en un periódico como  Documentalista, fui despedida en el peor de los momentos; he probado trabajo tras trabajo pero cada cual peor que el anterior. Con mi ex marido no puedo contar: es arqueólogo, profesor liberal y, si no conocía sus ingresos cuando estábamos casados, menos voy a conocerlos ahora. Y digo que esta crisis económica “me toca mucho las narices” porque lleva implícita un sinfín de problemas: mi madre me ayuda con la hipoteca, lo que la convierte en la viga fundamental de mi día a día económico; recortes y más recortes pero, pensando en mis hijas, me veo abocada a anular las vacaciones que antes siempre disfrutábamos en el Mediterráneo. Eran días en los que las tres disfrutábamos relajadamente de nuestra propia compañía: estábamos todo el día juntas…nos reíamos, hablábamos, íbamos a la playa, a la piscina, a mercadillos…bueno, hablábamos Celia y yo, pero Julia no estaba excluida de nuestras conversaciones.

Ahora, entre la crisis y el divorcio, lo que si “disfrutamos” de uno breves días de asueto, somos su padre y yo. Como dividimos los meses de julio y de agosto, el tiempo que no estamos con ellas, estamos con nuestras respectivas parejas y, querámoslo o no, al menos para mí es un regalo, aunque no viajemos a ningún sitio.

Volviendo al autismo de Julia, me he dado cuenta de que, sin predisponerme voluntariamente, hablo de ello con toda naturalidad; cuando salimos a caminar o la playa, gozamos de una relajación relativa, porque nunca puedes bajar la guardia del todo. Hay algo que no he superado ni creo que lo haga nunca: ir juntas a la piscina municipal y conseguir “hacer caso omiso” de miradas, chismorreos, sonrisitas…o, carcajadas sonoras y estridentes. Julia es alta y fuerte…y su principal pasatiempo es ir al centro de la piscina, donde hace pie, y saltar, saltar, saltar…mientras ríe a carcajadas al tiempo que palmotea con las manos en el agua: obviamente, se convierte en el centro de toda la atención de todos los asistentes, desde los que tienen dos años hasta las señoras de más de sesenta…pasando por todas las etapas habidas y por haber y, lo peor de todo, enfrentándome a todos los niveles académicos y educacionales que, por desgracia, tienden a ser ínfimos.

¿Qué tiene Julia que le hace tan especial?:

–          Casi siempre está de buen humor.

–          Jamás se ha metido con nadie; al contrario, ella ha sido objeto de mil y una “perrerías” de todo tipo…(recordado este hecho no puedo evitar que algunas lágrimas afloren a mis ojos)

–          Es muy buena, obediente, cariñosa, colaboradora.

–          Los besos que me da sin pedirlos son, sin ninguna duda, el mejor regalo que pueda recibir…espero que, algún día Celia, cuando pase su adolescencia, se convierta en una jovencita amorosa.

–          Me siento intensamente querida por ella, algo absolutamente recíproco.

Muchos niños diagnosticados como “Trastorno Espectro Autista” (Julia además es “no oral), tienen una inteligencia muy desarrollada, pero en áreas muy concretas lo que le dificulta hacer un uso práctico de sus conocimientos. Ha aprendido a leer (en voz alta, fonéticamente…y, por supuesto, en voz baja); sabe escribir, sumar, restar…estoy casi convencida que entiende el inglés pues desde hace años, todos los DVD´s los escuche en ese idioma

Julia, desde los tres años, cuándo empezó a escribir sola en el ordenador, ha desarrollado una concatenación de “avances increíbles” pero que, tristemente, no son muy “prácticos” en su día a día. A los cinco años, descubrieron en el colegio al que asistía una fantástica e increíble capacidad…el equipo escolar quiso potenciarla pero ni su padre ni yo estuvimos de acuerdo. Si Julia logra hablar algún día y ella decide contar cuál es su extraordinaria capacidad, no pondré ninguna objeción al respecto…mientras tanto, es mejor que se mantenga en la más drástica discreción.

¿El futuro?. Bufff!!!!…antes esta pregunta no podía ni tan siquiera pensarla. Ahora sí. Tengo dos hijas, con un año de diferencia entre ellas y, muchísimas particularidades que harán que su vida sea radicalmente opuesta, pero no por ello, ni mejor, ni peor. Sé que Celia volará y tendrá su propia vida…sé que Julia “volará”, con unas alas mucho más cortas que facilitarán que nuestros caminos sigan muy unidos.

¿Qué pido para ellas?:lo mismo.

Felicidad, independecia, una vida plena, salud, mucha salud…todo dentro de sus propias limitaciones. Una cosa puedo dejar clara: soy su madre y me van a tener siempre que me necesiten…Son las dos personas que más quiero en esta vida: fueron deseadas desde el primer momento y quiero convertirme en la mejor madre para las mejores hijas; Julia, mi hija “especial” y Celia, mi hija especial.

 

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