De Piedritas, telgopor & otras maravillas

Autora: Claudia Valdiviezo García

 

Ángela no puede hacer las compras sola porque se abruma rápidamente con la gran cantidad de estímulos que su entorno le ofrece, pero puede lidiar con gráficos matemáticos que pocos entienden. Puede pasar largo rato describiendo al detalle el intrincado tema de su doctorado. Siempre, siempre con una sonrisa en los labios y la mirada posiblemente puesta en los gráficos que imagina en su mente.

Hoy al llegar a casa, la encontré sentada en la mesa del comedor separando con colosal paciencia piedritas de colores que había recogido hacía poco en un valle.

«Hace mucho tiempo este trabajo era hecho por mujeres, pero un tiempo después la mano de obra se volvió más cara que la piedra misma, y fue así como comenzaron a tirar las piedritas en un lugar específico del valle. Las recogí de ahí» – me dice con una gran sonrisa sin mover la mirada de las piedritas que sostiene en la mano cuando halago la belleza de su colección.

«Puedes quedarte con una piedrita naranja. El naranja no es mi estilo. Puedes elegir alguna, si así lo quieres» – me dice cuando le menciono que el color naranja de las piedras es muy lindo.

Aún no sabe en qué usará las piedritas, pero puede imaginarse decorando sus pequeñas figuras hechas de telgopor.

«Puedo enseñarte a la Ángela de telgopor, si quieres» – me dice con esos grandes y entusiasmados ojos azules. Yo asiento con la cabeza, y espero paciente en la sala mientras ella corre a su habitación en busca de sus creaciones.

Regresa con una cajita de colores entre las manos, la coloca sobre una de las sillas del comedor, y saca de ella una pequeña figura muy parecida a ella misma: los mismos pantalones azules, los mismos anteojos hechos de alambre y plástico, el mismo cabello alborotado.

«Mira, éste es mi collar favorito. Está hecho de perlas azules porque es mi color favorito» – me cuenta mostrándome el collar que lleva colgado en el cuello. Y sin esperar mucho, saca de dentro de la cajita un diminuto collar de perlas azules hecho por ella misma: «La Ángela de telgopor también tiene un collar azul» – me dice orgullosa.

Y con el mismo entusiasmo me muestra sus zapatos para que vea que la pequeña Ángela tiene los mismos zapatos de casa. Hermoso.

Y como las piedritas de colores y las matemáticas crean un mundo de orden y caos perfecto dentro de Ángela, ella ha hecho un collar que lleva consigo en sus viajes de tren. «Las piedras pequeñas son el cero y las grandes son el uno, así puedo contar en un sistema binario. Así es mucho más fácil entender las gráficas matemáticas».
Yo, que duramente logro resolver problemas de reglas de tres simples, sólo atino a exclamar « ¡Qué bonito!», y me quedo maravillada y consciente de mi poco entendimiento.

Pero las figuras de telgopor, las piedritas y las gráficas matemáticas no son las únicas aficiones de Ángela. A ella le gustan mucho los extraterrestres, por eso comparte su habitación con tres de ellos: Luanila, un ser peludo que cuelga desde el techo y mueve las caderas con el entrar y salir del viento. Y otros dos pequeños a la altura de los pies de la cama, también colgando del techo con hilos transparentes.

«Ella es la mamá» – me dice señalando al peluche grande – «esos son sus hijos» – dice señalando a los pequeños, y haciendo una pequeña pausa, apunta con el dedo a una araña en la pared, y dice «Y esa araña es mi mascota. La he adoptado porque las arañas comen mosquitos. Y yo soy muy sensible a la picadura de los mosquitos».

Finalmente nos sentamos a revisar paso a paso la rutina de Ángela: sacar la basura, revisar el correo, cambiar los secadores, etc. Hasta llegar a la pregunta con la respuesta más larga del día «¿me puedes hacer un resumen de tu día?».

«Hoy estoy feliz porque me han citado». Mi torpe alemán no me alcanza para comprender la palabra «citar», a pesar de que ésta es muy parecida al castellano, así que le pido que me explique la palabra.

«Citar es cuando alguien escribe un artículo o hace un trabajo, y toma una frase o trabajo tuyo para ponerlo en su artículo o trabajo. Hoy me han citado en un trabajo de matemática como alguien que ha encontrado un resultado importante en una ecuación matemática. Hoy estoy feliz porque me han citado» – sonríe mirando sus manos.

Llevo sólo dos semanas de conocer a Ángela. Por lo pronto volví a casa con dos piedritas naranjas y una colorida; y Ángela ha encontrado los últimos días armonía dentro del caótico mundo en el que le tocó vivir. Esta aventura recién comienza.

 

 

Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido