«Estrellas terrestres» nos habla de hermanos y coincidencias… Un precioso relato que no os debéis perder… 

Qué maleta más poco ordinaria. Bueno. Realmente, al igual que todas. Al igual que todos. Ahí va… ¡Listo! A por otra. ¡Caray! Y esta, qué poco rectangular. Vaya. No va a encajar en ningún lado. ¿Y si muevo la de aquí así…? No. Ya no cabe. Quizás en el carro de mi hermana todavía hay algún hueco… Sí. Lo hay. Toda suya. Qué lástima. Hoy sólo han cabido cuarenta y ocho. Cuarenta y ocho. Otra coincidencia. Cuarenta y ocho eran las que cupieron, hace dieciséis días, en el contenedor AKH 17652 EZ del vuelo Praga?Madrid. Sí. Definitivamente, siempre hay coincidencias. Por ejemplo, mis compañeros dicen una y otra vez que trabajar con mi hermana es una gran coincidencia. Lo es: nadie más que yo de la plantilla del personal del aeropuerto trabaja con su hermana. Bueno. Kevin dice que conoce a una mujer, de nuestro mismo departamento, que trabaja con su hermano. Es raro. Aún no la conozco, pero si es con su hermano, no es con su hermana. Por eso, de momento, soy el único.

Además, trabajo. Sé que eso de trabajar va en contra de las estadísticas de las personas como yo. Otra coincidencia. Sí. Definitivamente, a las estadísticas no hay que hacerlas mucho caso. Al fin y al cabo, tener TEA va en contra de las estadísticas de las personas como Kevin o mi hermana. Y no sólo trabajo, sino que me gusta mi trabajo. A mis compañeros no. Dicen que no pagan una mierda y que apenas duermen. A mí sí me pagan. Pero no con mierdas. Con dinero. Y también duermo, todas las mañanas, como los murciélagos. Aunque no colgando del techo; en mi cama. Y, encima, mi hermana trabaja conmigo. Ella lleva más de siete años en este aeropuerto. Yo solamente llevo cuatro años, dos meses y veintisiete días; los cuatro años, dos meses y veintisiete días más alucinantes de mi vida. Son alucinantes porque aquí, por la noche, todo está lleno de luces y colores. Sí. Definitivamente, eso es lo que más me gusta de este trabajo: las luces que colorean la noche. ¡Son tantas, y tan… variadas! Las de los hangares, las de los aviones que aterrizan, las de las salas del propio aeropuerto, las de las torres de control, las del hipódromo (no hay caballos, pero todos lo llaman así), las de las señales parpadeantes que guían a los pilotos, las de los edificios de los pueblos de al lado…

Recuerdo esa noche que me puse a contarlas. Cuando llegué a dos mil quinientas treinta y dos, Kevin me dijo que bajara de las nubes y siguiera clasificando las putas maletas. Le expliqué que de las nubes bajan los aviones, no las personas, y que las maletas no pueden ser putas. Él, que trabaja en esto, debería saberlo mejor que nadie. Yo creo que a veces no sabe expresarse con claridad. Sea como sea, me encantan las luces y colores de por aquí. Un día las contaré todas. Mi hermana dice que son como las estrellas de la tierra. A mí me parecen bombillas y señales eléctricas, pero, como ella sonríe cuando los llama así, no le he dicho nunca nada. Me gusta que sonría. Mis compañeros solamente bostezan y se quejan. Ella no. Ella sonríe, trabaja, sonríe, trabaja, sonríe, trabaja… Sí.

Definitivamente, mi hermana sonríe y trabaja mucho. Me gusta estar con personas así. Ojalá todas fueran como mi hermana. Además, yo creo que me quiere, igual que cuando éramos pequeños… Bien. Aquí llega el tercer carro colector. ¿Dónde se había metido? Confío en que con el suyo sea suficiente… Hola, Kevin. Vaya. Nunca entenderé porque se empeña en llamarme flautista. ¿De qué sirve tener un nombre si nadie te llama por él? Y menos aquí, en el trabajo. Para algunos de mis compañeros, como Kevin, soy el flautista enchufado; para la jefa del personal del hipódromo, un operario mono y cualificado; y, para mi hermana, el guardián de las maletas. Por eso, cuando me preguntan qué soy (profesionalmente, claro), no sé qué responder. No toco la flauta. No estoy conectado a ninguna fuente de alimentación. No tengo más parecido con los simios que mi compañero Jonathan Pacheco Tsepalopódolus (es griego por parte de madre). Y no guardo las maletas, las guardan sus propietarios. Siempre que le explico la confusión de nombres profesionales a mi hermana, ella me dice que, sencillamente, escoja uno, el que más me guste. Pero no es sencillo. Aunque, puestos a elegir, me quedo con lo de «operario cualificado». Está bien.

A por más maletas. Contenedor AKH 16843 IB. Es impresionante. Quienes hacen las maletas nunca se repiten. Siempre diseños distintos, formas distintas, tonos distintos… Kevin trabajó en eso. Me dijo que hizo las maletas cuando su mujer le echó de casa. No sé cuántas haría, aunque iría en contra de las estadísticas que hiciera muchas. Él es sólo uno. Bueno. A no ser que fuera otra coincidencia. Como yo. Las estadísticas dicen que no voy a cumplir más de cuarenta años, y no sólo cumplí cuarenta años. ¡Cumplí cuarenta y uno hace dos meses y tres días! Sí.

Las estadísticas a veces aciertan, pero se equivocan constantemente.

No sé quién las hace, pero quien las haga debería tratar de equivocarse menos, o no podría trabajar aquí. Aquí no podemos equivocarnos casi nada. No podemos perder ninguna maleta. No podemos romper ninguna maleta. No podemos clasificar mal ninguna maleta. De hecho, no podemos hacer nada con las maletas que no sea devolverlas intactas y lo más rápido posible a las cintas de equipaje. Según Kevin, es una cuestión de vida o muerte. Yo creo que exagera. Iván me confesó que a él le gusta pintar maletas de cuero en su tiempo libre, y, pese a que le he avisado muchas veces, aún no ha muerto. Sé que su hobby es la pintura, pero tampoco está bien eso de pintar maletas ajenas. No. No debería hacerlo, aunque sólo fuera porque está en peligro de muerte… ¡Uy! ¡Una maleta abierta! ¿Qué hago? ¿¡Qué hago!? Mi hermana. Mi hermana seguro que sabe qué hacer con ella. Siempre lo soluciona todo cuando tengo un problema… ¿Por qué me sonríe? Ahora no quiero que me sonría, quiero que trabaje. ¡El equipaje estaba abierto! ¿No lo entiende? ¿Cómo? ¡No podemos mirar! ¡¡¡Va en contra de la normativa!!! ¿Por qué saca cables de la maleta? ¿¡Se ha vuelto loca!? Sí, definitivamente se ha vuelto loca; aunque va en contra de las estadísticas que haya solamente cables dentro del equipaje… ¡Y sigue sonriendo! ¿Por qué? ¿Es una broma de las bromas que no entiendo? Pero… ¿dónde lleva los cables? ¡¡¡Los va a enchufar!!! ¿¡Qué hace!? Ahora también van a llamar a mi hermana enchufada… ¡Uaaaaaaau! ¡A-lu-ci-nan-te! ¡Cuántas luces! ¡Parece Navidad! ¡Hasta el avión está envuelto en bombillas de colores! Esto sí que va en contra de las estadísticas. ¿De dónde han salido? ¡Caray! ¡¡¡También el hipódromo brilla!!! ¡Qué pasada! ¡Están por todos lados! Vaya. ¿Por qué todos me sonríen como mi hermana? ¡Qué coincidencia!…


Nacho Nistal 

VIII Cuéntame el Autismo

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