Maravilloso relato de amor incondicional sobre hermanas: Lucía y Clara. Dos hermanas que «caminarán juntas por la vida, de eso estoy segura. Las dos con luz propia».

 

«Muy claro lo tiene Clara, para iluminar a Lucía» – Cuéntame el Autismo

Lucía fue una niña muy deseada y venía con el nombre antes de nacer. Su madre, la que escribe, no concedió tregua, Lucía y punto. Lux en latín, como llevo en mi pie derecho.

Clara igual de deseada; en el nombre cedí un poco. Clarux en latín, como llevo en mi pie izquierdo.

Las noches con Lucía han sido duras, interminables, con llantos sin saber la razón, con agotamiento extremo después de días y meses sin dormir, ni siquiera, tres horas. Clara vino al mundo sabiendo que tenía que dormir, que ya era suficiente con que no durmiera Lucía, Clara nos dio ese margen.

El ansiado diagnostico viene cuando Clara tiene dos meses y Lucía apenas dos años y medio. Digo ansiado por poner nombre a tantas situaciones incomprensibles con Lucía  para mí. Tiempo de papeles de  discapacidades, ayudas, matrículas de cole con aula TEA y caos. Clara sigue con su fantástica aportación mamando y durmiendo en salas de espera, valoraciones del Crecovi y psicólogos.

Llega el verano, agotador con una niña escapista que corre casi tan rápido como su madre, alrededor de la piscina, Clara sigue siendo un bollito regordete que espera paciente en la toalla. Come, duerme y se gana a las vecinas con su sonrisa de pilla.

El inicio de cole y la adaptación de Lucía es complicada. Estamos 6 meses con parásitos intestinales sin saberlo (Lucía lo tacta todo con la boca) es PRE- Verbal (seguro que, en un futuro, me dice mamá qué PESSSSSSADA eres) y Clara se adapta a la guarde de maravilla, no coge todos los virus del  mundo, no se pone mala ni un día, come fenomenal y se gana a todo el mundo con sus recién adquiridos andares chulescos, moviendo el culito regordete y con esa seguridad y ese carácter… apuntando maneras….

Parte de la familia es Hana, una labradora chocolate, preciosa y un poco loca pero con una bondad interminable. Por ello nos gusta mucho dar paseos, Clara en la silla mirando  a Lucía que va subida en el patinete y Hana atada a mi cintura.

Clara mira a Lucía con una admiración digna de la hermana menor sin darse cuenta que, en un futuro nada lejano, inconscientemente, ella va a ser la hermana mayor.

Poco a poco, cuando Clara empieza a hablar y a dirigirse a Lucía, se da cuenta que no le contesta como sus compañeros de guarde, no juega con ella a dar de comer a los bebes, no le hace caso cuando le dice con su lengua de trapo “tataaaa amo a paqueee”, no comparte con ella las chuches…. Yo le digo que la tata no sabe hablar todavía, que por eso me pide comida dándose toques en la boca con la mano, y ella para sentirse como su tata, lo hace también. Se me caen unos lagrimones… de ver la capacidad que tiene Clara siendo tan pequeña de convivir con Lucía.

En casa, sin yo pedírselo, se ha vuelto mis ojos cuando estoy haciendo la cena y Lucía va corriendo a tirar el mando de la tele por la ventana….   Oigo su voz que grita ”nooooooo Usiaaaa noooooo” , lo conseguimos salvar varias veces.. pero al final cayó desde el tercer piso… reposa en el techo del encantador vecino del bajo junto con Mickey, un chupete, una pulsera de la carrera de la mujer y juguetes varios. Lucía cada vez es más rápida.

Vamos con el verano y la playa. Lucía ya tiene cuatro años y Clara dos. Clara repite casi a la misma vez que yo ”Usiiiiaaaa a terra nooo” “astillooosss” . Los primeros días Lucía almuerza y merienda arena de playa….no hay manera de que no se coma unas paladas de arena mientras Clara y yo hacemos castillos. De momento y esperemos que siga así, todo lo que ha entrado ha salido…

Los abuelos se lo pasan en grande con ellas en la playa, Lucía adora a mi madre y se dan unos abrazos eternos a la orilla del mar, mientras Clara me reclama cariño a mí. Intento no descuidarla y dedicarle tiempo, caricias, besos con pedorreta que le encantan y le provocan esa risa que se te mete en el corazón y lo hace brincar.

En uno de esos días en los que Lucía está un poco más tranquila y se sienta en la toalla 20 minutos seguidos Clara, con una decisión que me deja asombrada, dice: “u mmesooo” y con su mano regordeta señala a su hermana que está sentada a su lado. Lucía se gira, la mira a los ojos y se inclina para dejarme una de las mejores fotos que tengo de ellas juntas, un tetris tan maravilloso de naricitas respingonas y labios infantiles, de amor incondicional de hermanas. Un beso que me hace llorar un buen rato.

Dentro de un mes empieza Clara el cole de mayores, en el mismo que Lucía. Se van a cuidar las dos.

Caminarán juntas por la vida, de eso estoy segura. Las dos con luz propia.

 


 

Nieves Boullosa

VIII Cuéntame el Autismo 

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