Ese es el sentimiento que retumbaba en mi mente desde que tuvimos la primera sospecha.

Dentro de mí siempre supe que algo no funcionaba como debía, es como si un sexto sentido apareciera de repente.

Nos dieron el diagnóstico y se confirmaron mis presentimientos, y ya todo dejo de ser como había imaginado.

Esa no es la vida que quería para mi, y supongo que muchos pensarán, ¡qué egoísmo!, pero es cierto, siempre soñé con una vida cómoda, trabajo, dinero, seguridad, tranquilidad. ¿Y quién no sueña con eso?

A partir de ese día, nos volcamos por completo en el problema; ni fiestas, ni cumpleaños, ni mañanas, ni tardes, ni noches…, todo rodaba en torno a una misma palabra «AUTISMO», que resonaba constantemente por todos los rincones de la casa.

Quedaron en el olvido aquellas tardes de relax después de llegar de una agotadora jornada laboral, en la que podías, aunque fuera al menos 5 minutos, sentarte en el sofá a poder relajar la mente y el cuerpo sin tener que hacer nada más, sin la necesidad de tener que estar pendiente de un reloj,  esas salidas los sábados por la noche, en la que no había otra preocupación, más que mirar el armario para decidir que ponerte, viajes en verano… y un sinfín de cosas que quedaron guardadas bajo llave y olvidadas.

Realmente ha habido momentos duros en todos estos años, momentos en los que solo quieres tirar la toalla y dejarlo todo, huir.

Pero siempre hay algo dentro de ti que te dice «lucha, tienes que seguir intentándolo una y otra vez», y este fue el comienzo de una particular cruzada.  En todo este devenir, encontramos a otros padres con el mismo problema,  y es entonces cuando te das cuenta que no eres el único tal y como pensabas, que hay muchos más,  que pueden ser un gran apoyo moral en momentos difíciles y que sus experiencias son muy útiles.

Empezamos a recabar y estudiar todo tipo de información para poder ayudarle, contratamos servicios externos de terapias, otros a domicilio, cualquier alternativa  era susceptible de prueba, aparecieron momentos de frustración, ya que estas terapias no daba sus frutos tan pronto como uno quisiera, pero gotita a gotita, construyen una sólida base para ir poniendo los cimientos e ir creciendo poco a poco.

Con todo este tiempo, con sacrificio y tesón, hemos llegado a conseguir un equilibrio, en el que el principal protagonista de esta ‘película’ nos ha demostrado que se pueden llegar a conseguir muchas cosas, si pones fe en ello, y que las personas con autismo atesoran tantas y tantas virtudes…,  que los pequeños logros que van obteniendo día a día te llenan de tanto orgullo y felicidad, que cualquier otra cosa se convierte en banal, y que cada día nuestros hijos nos dan una nueva lección de superación y esfuerzo.

Aprendes a valorar mucho más las cosas, te hace crecer como persona, y todo aquello que dejamos olvidado en el baúl, cerrado bajo llave, ya no te es tan necesario.

Ahora cuando pienso ¿por qué a mi?, digo sí, me alegro de que me haya pasado a mi, he obtenido muchas cosas que si no hubiera sido porque el AUTISMO llegó a mi vida no hubiera tenido,  como conocer a gente maravillosa con unos valores humanos que en otros circunstancias no encuentras, como valorar las pequeñas cosas que antes eran insignificantes, y sobre todo, el  levantarte cada día con una nueva ilusión de ver como tu hijo se esfuerza en superarse, y ese es, sin duda, el mejor regalo.

 

 

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